sábado, 3 de diciembre de 2011
MERODEAS por los alrededores
de mi dolor. No penetras, no acosas
tan siquiera su abrigo.
Eres como una chispa,
una pavesa, como el humo
sobre el incendio de mi corazón.
Creces como la nube
desde el océano, sin un punto
de contacto; como el olor que, ajeno
a su origen, delata una presencia.
Mundos girando en órbitas cercanas,
conscientes de que un roce supondría
su destrucción. Acordes cuyas notas
son armónicas gracias a los mismos
tonos que las separan.
Te mantienes al borde
de mi dolor y es esa
distancia, ese espacio que interpones
lo que nos une.
RAFAEL GUILLÉN
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